El siguiente amanecer
nos reconcilió sin nostalgia,
desapareció el peso del corazón
mientras caminábamos
buscando los colores de la primavera.
Todo aquello nos parecía grande
y pequeño a la vez,
no llegábamos a divisar el horizonte
en nuestras realidades.
En medio de aquella inmensa ternura,
llena de aire puro,
apareció un papel en blanco,
en él inventamos mil palabras
entrelazadas con nuestra piel.
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1 comentario:
Ese papel blanco, seguro que recogió y guarda, esas palabras celosamente.
Un abrazo.
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