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Cuadro de Emilia Wilk |
Llueve.
Las gotas de agua mojan los zapatos
mientras ella dibuja el contorno
de un hombre desconocido.
Él dejó una sombra en la noche
y se marchó sin decir adiós.
Ahora, ella, cautiva en las nubes,
escribe su tierno olvido
acariciando las palabras al trasluz.
Otros poemas:
La alquimia del verbo
Arthur Rimbaud
Miro
y desde el fondo de la muerte
veo al claro de luna
deshojando la noche.
Vuelvo a mirar,
ella me tienta y se detiene.
Converso con la muerte,
por cada palabra gano una flor,
por cada muerte siete vidas.
Le ofrezco mis manos,
fugaz y furtiva desaparece.
Bajo su atenta mirada
escribo una nueva vida
en la alquimia del poema.
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