"Lirio y Oro" de Andrés Rueda |
Tengo la inquietud de la flor entre mis manos.
Toma color la senda oportuna,
hecha, arrebatada
en la madurez de su tiempo.
El cielo deslumbrante
pinta los ojos de verde
y se desatan las horas
en sus onomatopeyas repetidas
hablando de amor.
El mar me escucha atento
cuando recuerdo a aquellos niños
jugando a la tala en la calle,
envueltos en la risa sin cesar.
La luna, ondulante, crece, se colorea
como pájaro viajero
que baila noche tras noche
sobre el ombligo de Venus
sin mirar atrás.
Se me quiebra el verbo en el umbral,
llega a mis ojos.
Hundida en la carne de la voz
la madurez es todo.
Toma color la senda oportuna,
hecha, arrebatada
en la madurez de su tiempo.
El cielo deslumbrante
pinta los ojos de verde
y se desatan las horas
en sus onomatopeyas repetidas
hablando de amor.
El mar me escucha atento
cuando recuerdo a aquellos niños
jugando a la tala en la calle,
envueltos en la risa sin cesar.
La luna, ondulante, crece, se colorea
como pájaro viajero
que baila noche tras noche
sobre el ombligo de Venus
sin mirar atrás.
Se me quiebra el verbo en el umbral,
llega a mis ojos.
Hundida en la carne de la voz
la madurez es todo.
Otros poemas:
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Pájaro de la noche
Si en los ojos te besan esta noche