en cuerpo y alma,
deletreando con las estrellas
el recuerdo desnudo de aquel tiempo.
Fue un impulso
en un atardecer del verano,
con la quietud del silencio,
el rumor de las manos…
La más pura poesía.
En su delicioso mundo,
rodeada de flores
y sin nostalgia,
escribió la clamorosa desnudez
de la vida en una escena invisible,
la verdad, la verdadera palabra.
Alguien había ordenado las rosas de su jardín.
Había aprendido a vivir.
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