A Carol Rodríguez Franco
Carol escribe cuentos
llenos de magia y de ternura.
Cada vez que pinta un cuadro
toca la luna con sus manos.
Eres tú, Carol,
alegría y amor,
mirada de luz
que camina siempre
con tu bella sonrisa.
A Carol Rodríguez Franco
Carol escribe cuentos
llenos de magia y de ternura.
Cada vez que pinta un cuadro
toca la luna con sus manos.
Eres tú, Carol,
alegría y amor,
mirada de luz
que camina siempre
con tu bella sonrisa.
Los ojos desnudos de la muerte
ven lo real:
la firmeza del tiempo.
Ella desune cualquier perspectiva.
Deslucida, desatada y desmedida
la muerte se desviste libremente
en la inmensidad del camino.
Habla de lo que fue,
de lo que es
y de lo que será.
Convertida tan solo en una palabra
la muerte queda alejada, distanciada,
desaparecida, imaginada pero firme.
Nadie sabe quién pone el punto final.
Quiero confesarlo todo:
mi corazón arde al calor del otoño,
llama viva lanzada al aire,
misterio habitado
por pisadas de memoria,
huellas irremediables del tiempo.
Me he preguntado muchas veces
por las caricias pasajeras,
por la piel de la carne
que abre su corazón
para ver sin ser visto
como un personaje de novela.
Quiero confesarlo todo:
en un mundo que no es mundo
vi a la luna deshojarse.