Pintura: Quint Buchholz
Arden los labios de la noche.
La luna, ansiosa por tener el
tiempo entre sus manos,
corre buscando otro futuro.
Ella le había tocado con sus ojos,
él había guardado su aroma sobre la piel.
Escondieron en la sombra
los nombres abandonados
entre los papeles de ese libro
todavía sin terminar.
Escribieron sobre sus cuerpos
con sílabas de fuego
y nacieron veinte lunas.
¡Querían conquistar el infinito!
Todavía les quedaba tiempo,
el tiempo de un futuro imperfecto,
su tiempo de realidad, de sueños.
Ya no querían adivinar lo cotidiano.
Se fueron a descubrir la vida.