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Había sabido resistir al vértigo,
al ritmo del espacio
y el rumor de la ciudad invadía
cada día su sosiego
bebiéndose a sorbos la madrugada.
Se entretuvo al oído de la vida,
al compás de todos los vientos.
Un día se miraron a la altura de la voz
y se encontraron en secreto.
Con los ojos llenos de alegría
camina rodeada de belleza.
Otros poemas:
Late el corazón
en este tiempo presente,
tan eterno…
Fluye la sangre
en remolinos de viento
que regalan los susurros
escondidos en alguna parte
mientras esperan, buscándose.
Siempre queda del amor
ese instante escondido
en el laberinto del jardín,
la primera voz del beso
diciendo: ¡Quédate, amor!
quédate…
Y entonces se oye sólo el viento.
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