del atardecer y, el sonido del mar,
con su cadencia,
me dio la certeza de mi libertad.
Tus palabras me trajeron
los susurros fundidos
en la armonía de la música,
el tiempo de una ida y vuelta matemática.
Jugué un instante
conociendo los caminos de la vida,
reconciliándome
con los días desheredados de memoria.
En la noche,
me quedé dormida sobre el corazón.
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1 comentario:
Bonito ese final...
Un abrazo y feliz domingo.
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