Cuando te pienso delante del espejo camino al compás de la memoria. Parece que siempre sucede todo por primera vez. Es el ayer desdibujado y tu silueta un boceto lleno de sombras. No te reconozco. A veces, en mis sueños azules eres la carne del alma y la sangre del cuerpo derramándose en un poema. Cuando te pienso sé que ya he avanzado sin ti.
Te escribo hoy, en una tarde de lluvia, primavera fugaz que contempla las flores en todo su esplendor. Llueve y la vida, siempre en movimiento, no deja tiempo para la nostalgia. Las gotas de agua le hacen una reverencia al minutero del reloj que sigue sin detenerse. Siento a mis ojos dibujando la extensión del espacio, la alegría escuchando esas risas que algún día le contarán el secreto de la vida, algún día, se lo contarán.
Todos caminan sin prisa, cada uno contempla el paisaje a su manera y para todos la belleza tiene su propio fin: el amor. No se conocen, nunca se han visto ni se han cruzado en la calle ni tampoco en la tienda de la esquina ni comprando el pan. Posiblemente ni siquiera se hayan saludado. Ninguno tiene prisa. Entregados al destino del tiempo se buscan en algún lugar para existir.